viernes, 1 de abril de 2016

Cuando te das cuenta de que lo que realmente importa es la vida

Tantos días quejándome del mal funcionamiento de mi ordenador y esta semana me he dado cuenta de lo poco que importa algo tan material, de que lo verdaderamente importante es la propia vida.

El lunes tuve la mala noticia de la muerte repentina de un amigo, un buen amigo desde hace muchísimos años, por un infarto cardíaco fulminante e inesperado.
Esta semana la he pasado con ese peso en el corazón.

Lo primero que hice fue ir a ayudar y consolar a su esposa, ahora su viuda… ¡que duro se hace tener que llamarla así!. 
Su dolor es tan fuerte que me aplastó con su peso. Tantos años juntos (desde que ambos eran solo unos chiquillos) y una pérdida tan repentina, tan inesperada… es imposible digerir algo así.

Estuve con ella para organizar todo lo necesario, tanatorio, cementerio, flores y ataúdes… no tenía ni idea de que hicieran falta tantas gestiones, tantos detalles, tanto papeleo y tantos tramites en estos casos. Si yo, que solo soy una amiga, apenas podía lidiar con todo eso, ¿cómo pueden tantas viudas y huérfanos salir adelante con tanto tramite estando hundidos por el dolor? 
Me maravilla la fuerza de quienes han tenido que pasar por esto. Hoy me alegro más que nunca de tener gestionado un seguro de decesos para no dar a nadie este tipo de “trabajo” el día que yo deje este mundo.  

Esta semana no he pasado por mi propia casa más que para una ducha rápida y cambiarme de ropa. Toda la semana apoyando a una mujer rota, una amiga vencida por el peso de la muerte de su esposo (sigo sin poder hacerme a la idea de pensar en él como “difunto esposo”). Ella me necesitaba allí, en su casa, donde los recuerdos pesan cuando todos regresan a sus hogares y a ella se le caía la casa encima, para no dejarla sola ante tanto dolor, para abrazarla mientras lloraba.

Hoy regresé a mi casa. Al principio, las labores propias del hogar me han tenido distraída, sin dejarme pensar... demasiadas cosas para hacer, que nadie ha hecho en mi ausencia, rutinas de limpieza y orden, necesarias rutinas de aparente normalidad.

Pero llega el momento en que todo parece estar correcto y de nuevo te sientas a descansar, el momento en que el cerebro hace recuento y te devuelve los recuerdos de lo que ha sucedido en estos últimos días y el recuerdo de los momentos vividos en el pasado con este amigo que nos ha dejado tan pronto.
Y en ese momento te sientes vacía, te sientes hundida. Nada tiene el mismo sentido y le encuentras su verdadero valor a las cosas... a la propia vida.

Solo en ese momento es cuando me he permitido llorar; lágrimas de sangre, sollozos desgarradores y lamentos dolorosos que he reprimido durante estos días para no entristecer aun más a los demás amigos y familia de este hombre que significó tanto para todos nosotros.

Porque mi habilidad es la de animar a los demás, mi don es el de lograr que todos salieran con una sonrisa de este funesto evento, consiguiendo que todos recordaran algo bueno (incluso algo divertido) y que todos sacaran algo hermoso de esta situación tan pérfida y horrible.

Mi filosofía es recordar a nuestros seres queridos con una sonrisa y no con una lágrima, porque eso es lo que ellos desearían, porque eso es lo que mi amigo hubiera deseado, para mí y para todos los que le conocieron.
Pero todos necesitamos dejar salir el dolor por la vía de las lágrimas, incluso yo. Y con esta sesión de llanto, el dolor se atenúa, aunque nunca se vaya del todo.

Este sábado, todos los amigos y su esposa (sigo sin poder llamarla “viuda”) hemos decidido darle a Robert su homenaje de la manera que él hubiera deseado, de la manera que él siempre bromeó que desearía… vamos a despedirnos de él emborrachándonos juntos con su bebida favorita, Jack Danields, mientras recordamos anécdotas de nuestra vida en común con él, que no son pocas. Lo que iba a ser su fiesta de cumpleaños, el próximo día 11 de este mismo mes, será ahora una fiesta en su honor… una que repetiremos cada año: la fiesta Jack Daniels de homenaje a Robert.

Hoy me siento mal por mis lloriqueos anteriores. 
La vida es demasiado corta para preocuparse de gilipolleces como un ordenador averiado.
Hoy me importa una mierda que este ordenador siga averiado, que todavía necesite llevarlo al técnico. Hoy me importa una mierda poder traducir, gestionar el grupo, mis labores de edición o cualquier otra cosa. Hoy me importa una mierda mi salud, mis problemas familiares o económicos, mis peleas cotidianas...
Hoy me importa una mierda todo… pero mañana será otro día... porque la vida sigue adelante... la vida siempre sigue adelante.

Y necesito dormir, recuperar fuerzas para esa fiesta de Jack Danields que tenemos prevista para dentro de apenas 24 horas (¿he mencionado que detesto esa bebida o que nunca la tomo?)… será un homenaje a una persona que jugó un papel importante en mi vida… y lo seguirá jugando.


Va por ti, Robert… como tú siempre decías: 
¡que la tierra te sea leve!

2 comentarios:

  1. Lamento sinceramente por todo lo que estás pasando,tienes todo el derecho de mandar todo a la goma Puma,lamentablemente nos olvidamos de que tienes una vida con todo lo que ella lleva,ánimo Puma a dar rienda suelta a los recuerdos y que Dios ilumine el camino tanto de tu amiga como el tuyo♥

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  2. Lamento sinceramente por todo lo que estás pasando,tienes todo el derecho de mandar todo a la goma Puma,lamentablemente nos olvidamos de que tienes una vida con todo lo que ella lleva,ánimo Puma a dar rienda suelta a los recuerdos y que Dios ilumine el camino tanto de tu amiga como el tuyo♥

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