miércoles, 14 de junio de 2017

Un trago doloroso... muy doloroso

Mi abuela decía que las cosas venían en rachas, siete años de vacas flacas y siete años de vacas gordas, es decir, una racha mala y luego una racha buena. Pero parece que en mi vida las rachas malas se suceden sin acordarse de intercalar rachas buenas entre medias de ellas. O al menos las rachas malas son mucho mas largas e intensas que las rachas buenas.
Lo ultimo ha sido brutal, al menos así lo he sentido.

El pasado día 31 de Mayo falleció mi adorada perrita "Nani".
La madrugada anterior se quedó rígida y sin respiración entre mis manos. No se ni como logré reanimarla, con unos fuertes masajes cardíacos y soplándole oxigeno (primero con mi boca y luego con mi maquina de oxigenoterapia). Conseguí que recuperase la consciencia y pasé el resto de la noche pendiente de ella, ambas sin dormir, hasta la hora de apertura de mi veterinario.
Allí, nada mas verla, me dieron muy pocas esperanzas. Al hacer una radiografía se vió que tenía encharcamiento pulmonar y las válvulas del corazón obstruidas. Se hizo todo lo que se pudo, poniéndola en tratamiento con oxigeno y diuréticos potentes para ver si lograban salvarla. Aunque había pocas esperanzas porque mi niña ya tenía trece años y llevaba varios años con tratamiento para el corazón.

Mientras eso sucedía, yo tuve que irme, porque para remate, tenía cita con mi hematólogo para revisar el resultado de los últimos análisis de control del hierro, por mi anemia crónica.
Mi cita era a las 13 horas y llegué aproximadamente quince minutos antes. Fui atendida a las 16’15 horas de ese día, después de llevar tres horas y media esperando en la sala correspondiente. Tras mi consulta, apenas 10 minutos, salí del centro a las 16’30 horas… casi cuatro horas de mi tiempo para diez minutos de consulta.

Durante todas esas horas de espera que pasé allí, estuve recibiendo informes del doctor (algunos mas esperanzadores, otros totalmente desalentadores) por mensaje telefónico sobre el estado de salud de mi perrita, que en esas mismas horas estaba muriéndose en la clínica veterinaria.
No sé si tenéis mascota, pero si la tienes entenderás mi desesperación y mi desconsuelo. Estuve todas esas tres horas llorando desconsoladamente, desgarradoramente, perdiendo la respiración, totalmente rota y descompuesta… sin que ni una sola de las personas allí reunidas, tanto enfermeras, como médicos, pacientes o personal de limpieza… se dignaran a preguntarme que me pasaba, sin intentar ayudarme o consolarme. Totalmente insensibles a una persona rota de dolor, llorando, ahogándose…
Y no es que no se dieran cuenta, ¡no!, es más bien que a nadie le importó. Porque cada poco rato pasaban por allí  enfermeras, médicos y personal del hospital de camino entre un despacho y otro, atendiendo solo a sus propios asuntos y sin importarles ver a una persona sufriendo (por no mencionar a los demás pacientes esperando sentados a mi lado sin interesarse por mi situación).
Entiendo que no es obligación del personal el atender a una persona llorando… pero aunque solo sea por solidaridad, por humanidad… deberían tomarse la molestia de preguntar, de intentar ayudar al prójimo.
Porque yo no estaba simplemente llorando. Os puedo asegurar que en diversos momentos estuve al borde del colapso respiratorio y teniendo que esforzarme en respirar debido a mi hipertensión pulmonar y distrofia cardíaca. Podría haberme dado un colapso en esa sala de espera y nadie se habría molestado en mirarme. 
Por supuesto, he reclamado contra este departamento y he solicitado un cambio de centro. No pienso volver a esa consulta donde a nadie le preocupa lo que pase a la gente que está allí esperando ser atendida.
Jamás me he encontrado con gente tan insensible e inhumana en toda mi vida.

Al final, mi querida niña no pudo superar este trago, no tuvo fuerzas para responder al tratamiento. El veterinario le dio la paz de un sedante para que  mi amada "Nani" dejara de sufrir... y entonces empecé a sufrir yo.
Fueron trece años de felicidad, de anecdotas, de cariño, de mil historias... Trece maravillosos años que me dejan un vacio inmenso en el corazon ahora que mi pequeña ya se ha reunido con su madre, su abuela y su hermana de corazon donde quiera que vayan los perros cuando dejan este mundo y recuperan sus alas de angeles.

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