miércoles, 14 de junio de 2017

La llegada de Chulo y Pitu

Escribí mi anterior post hace días, pero no había tenido fuerzas ni tiempo para publicarlo.
Hoy tengo otra cosa que contar, una nueva esperanza... o mejor dicho... DOS.

Después de pasar el peor de los momentos con el fallecimiento de mi "Nani", pasé varios días sin hacer otra cosa que llorar, sin consuelo, sin ganas de vivir, sin fuerzas.
No ayuda el hecho de que, una vez mas, ha caído mi nivel de hierro (de hecho estoy de nuevo recibiendo dosis de hierro en vena). He vuelto a mi debilidad crónica, mi falta de concentración, esos retumbantes zumbidos que no me dejan pensar. Pero mientras lloraba, pensar no era necesario.
Las jaquecas que me ha estado causando el llanto y la propia debilidad de mi anemia, de nuevo en alza, han sido también el motivo de pasarme con la medicación para el dolor... con lo cual he estado medio "zombi" durante estos últimos diez días. Solo llorar y dormir.

Pero una vez mas, mis primas han llegado al rescate.
Me convencieron de acudir con ellas a la perrera de la Protectora de Animales de Madrid, alegando que mi prima quería adoptar un perro. Me dijeron que la ayudara a elegir, que me serviria de terapia. Y lo pintaron de tal modo que incluso mi madre debía venir con nosotras, para animarnos ambas.
Las muy puñeteras tenían todo muy bien pensado. Porque no era mi prima la que pensaba adoptar un perro (algo que me sorprendía, porque ya tiene tres), era para mi para quien querían ese perro en adopción. Me conocen bien. Saben que si veia un perrito pasando un mal rato no iba a poder evitar quedármelo.

Pero, aunque teníamos cita para el sábado, al llegar a las instalaciones de la Protectora, en ese día no tenían ningún perro de raza pequeña para ofrecernos. Nos mostraron los mas pequeños, pero eran demasiado grandes. A mi quizás no me hubiera importado el tamaño, pero mi madre se mueve con dificultad por casa y no podemos arriesgarnos a que se caiga enredada en las patas de un perro demasiado grandote y entusiasta.
Sin embargo, la persona que nos atendió nos habló de una asociación donde recogen a perros abandonados, procedentes de otras ciudades, y que estaba muy cerquita de allí.
Algo desanimada, pero empujada por mis primas, acepté ir a dar un vistazo, aunque con la sana intención de negarme a encapricharme de ningún perro.

En esta asociación, "La Madrileña", no solo nos atendieron fenomenalmente bien a pesar de llegar allí de sopetón, sin cita, sin ninguna intención clara... sino que nos mostraron un par de perros de raza adecuadamente pequeñita.
Uno de ellos, una hembra negra y oro, no me llamó la atención. Pero el otro, un pequeño macho oscuro y atigrado, con aspecto chulesco y super mimoso... ese si me tocó algo dentro. Me frenaba el hecho de ser macho, porque siempre he tenido hembras. Y me frenaba aun mas ver que mi madre no parecía demasiado conforme.
Entonces nos trajeron a otra perrita. Una dulzura blanquita y dorada que para mi madre fue todo un flechazo. Al minuto de ver como la miraba, ya supe que le encantaba. Y la perrita miraba a mi madre con verdadera adoracion. 
Por lo tanto, la decision parecia estar tomada.

Mientras se preparaba el papeleo, ambos perritos estaban a nuestro alrededor. Se les veía felices juntos, la perrita se pegaba al macho como si necesitara de su apoyo y el machito le hacia cariños para calmarla. Entonces nos contaron que llevaban juntos desde que habian llegado, que nunca se les veia separados, que el macho la defendia de otros perros...
Y la decisión cambió... adoptamos a ambos perros.



Hoy, apenas unos días después, tenemos dos nuevos amores en nuestro hogar. 
No me arrepentiré nunca de haberles adoptado a ambos. No hubiera tenido corazón de separarlos. Y viéndoles en casa, felices, jugando, superando pequeños miedos (especialmente la perrita), aprendiendo, adaptándose... cada día cambio el llanto por sonrisas.

Mientras escribo, se me escapa la mano para acariciarles, porque están aquí, cerca de mi, en mi cama, esperando que me acueste para pegarse a mi, dándome calor y cariño... prefiero dormir con el ventilador puesto que hacerles dormir en el suelo. Ya han pasado demasiados malos tragos en su corta vida como para no darles ahora todos los mimos del mundo. 

Chulo y Pitu son ahora parte de mi familia... y de mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se permite lenguaje ofensivo.
No se permitirán enlaces o direcciones de correo electronico.