miércoles, 21 de junio de 2017

Problemas acumulados 1: Salud

Si fuese supersticiosa pensaría que me han echado un mal de ojo, una maldición o algo por el estilo. Pero como no soy supersticiosa, solo pienso que se me acumulan las malas vibraciones.

Si creyera en la reencarnación y el karma, pensaría que en mi anterior vida he debido ser toda una cabrona malvada, por eso para compensar en esta vida todo me viene en contra. Pero no creo en el karma, solo creo que algunas personas nacen con más suerte y yo no soy de esas.
La acumulación de historias negativas suele venir acompañada de debilidad física por mi mala salud, que es otra historia negativa de mi vida, quizás la principal. En las últimas semanas, he tenido una acumulación brutal de malísimas experiencias de todo tipo.

Quiero contar todas esas cosas en este diario, pero como no puedo concentrarme, lo haré poco a poco, por “capítulos” como una telenovela… porque últimamente me siento como una de esas protagonistas de un culebrón de mil capítulos a las que les sobrevienen desgracias una detrás de otra.
Hoy os hablaré de la salud.

Empezaré contando que mi anemia ferropenica ha regresado. EL hierro que me inyectaron directo en las venas en el mes de febrero ya no está, lo he debido usar todo, porque de nuevo estoy bajísima en todos los conceptos “férricos” de mi sangre. Eso implica de nuevo estar sin fuerzas, agotada por cualquier movimiento que hago, cabreada por no poder hacer nada sin ahogarme…
Y regresaron los zumbidos dentro de mi cabeza, como si tuviera una colmena de abejas todas zumbando a la vez, en tono creciente… Si necesito concentrarme, el zumbido crece, crece y crece. Regresaron las jaquecas, que me dejan sin fuerzas, aplastada por el dolor, deseando solo oscuridad y silencio… y calmantes, muchos calmantes de los más fuertes. Me sobrepaso con las dosis, lo reconozco. Pero es porque prefiero estar medio “grogui” que estar sufriendo dolor, prefiero estar dormida por el efecto de los morfinaceos que rabiosa por la intensidad del dolor.
Ahora estoy de nuevo recibiendo dosis de hierro en vena. Pero, una vez más, como cada vez que estoy tan baja, el hierro tarda en ser asimilado por mi organismo y tardaré bastante en notar la mejoría y recuperar mis fuerzas.

A disgusto con mis especialistas en hematología, que me han demostrado ser muy poco profesionales, muy poco humanos y muy despreocupados por mi salud… he conseguido que trasladen mi historial médico a otro hospital de mi localidad.
Mi primera experiencia con este nuevo equipo médico ha sido muy positiva. No solo han entendido a la perfección mi problema, mi necesidad de configurar una frecuencia adecuada en recibir el hierro sin esperar a estar a cero para ello… sino que me han hablado de un nuevo suplemento de hierro y otras vitaminas que, aunque se toma por vía oral, no se absorbe en la misma zona intestinal de la que yo carezco, por lo tanto, es muy posible que pueda usar ese nuevo fármaco a diario y evitar este trastorno eterno. No es que vayan a curarme la anemia ferropenica, que ya se ha hecho crónica, pero al menos podremos controlar que no me bajen demasiado los niveles por debajo de lo que se considera necesario.
Problema: este fármaco no se da con receta médica, me va a tocar pagarlo íntegramente de mi bolsillo. Pero estoy dispuesta a intentarlo. Tengo la cita para septiembre, después de haber terminado las dosis de hierro en vena que estoy recibiendo ahora. Me han dicho que para esa fecha les van a ofrecer un lote nuevo de muestras de ese producto y así podré empezar a probar el fármaco sin coste, al menos al principio. Solo espero que vaya bien y que luego el precio no sea demasiado alto… pero si tengo que pagarlo, lo haré.

Mientras todo esto sucede, justo cuando mi salud no está en buena forma y no tengo fuerzas para nada… surgen mil y una cosas más, mías y de mi familia, algunas también de salud.

La que más huella me dejó es la muerte de mi adorada “Nana”, que ya he contado en este Diario. No voy a insistir en más detalles, porque solo pensar en mi “niña” me duele y me provoca llanto. Mi “Nani” era ya una perra anciana y la pobre ya no pudo acompañarme más, aunque nunca me dejará del todo porque su recuerdo siempre está conmigo.
Ahora tengo dos maravillosos “enanos” de los que ocuparme. Ambos me hacen recordar a mi “Nani” a veces, pero ya con una sonrisa. Tanto mi chica, “Pitu”, como mi chico, “Chulo”, me llenan de alegría y me hacen feliz… aunque a veces les mataría cuando rompen algo o hacen sus cosas en casa. Tengo que recordarme que apenas llevan diez días conmigo, que son perros jóvenes (apenas tienen 2 años) que ya han pasado muy malos tragos en su vida. Los adopté en una asociación que se dedica a recoger perros de la calle, abandonados, maltratados… Todavía tienen miedos, todavía tienen que adaptarse a mí y yo a ellos. Pero me hacen feliz. Mucho.

Lo siguiente en importancia es la salud de mi madre. Ella cada día depende más de mi, no solo por su gran dificultad de movimiento sino también por su demencia senil, con graves pérdidas de memoria causadas o incrementadas por el uso de morfinaceos fortísimos que toma para combatir el dolor de su pierna y su espalda.
Ahora le ha salido una enorme escara en el final de la espalda. Por pasar tanto tiempo sin moverse apenas del sofá, sin cambiar de postura y sin movilidad… la carne pierde su oxigeno por la presión de estar siempre sobre el mismo punto. Entonces se necrosa, se muere por dentro, creando una “cueva” de carne muerta y descompuesta. Cuando esa lesión interna reventó su piel, apareciendo una costra enorme en cuestión de pocos días de no vigilarla, me tocó llevarla al médico y fue cuando diagnosticaron la escara.
No es tan grave como podría haber sido, porque la hemos empezado a tratar en poco tiempo y porque mi madre cicatriza muy bien de cualquier herida que le surge, cuestión de genética. Pero ahora tengo que llevarla a diario a la enfermera del centro de salud para que le hagan las curas. Luego, en casa, tengo que preocuparme de darle unas cremas en toda la zona para evitar que le salgan mas, tengo que recordarle que debe cambiar de postura cada hora, moverse y andar un poco aunque sea por casa, procurar que coma bien para tener fuerzas y recuperarse… Todo ello peleando con su rebeldía ante mis cuidados. Pero poco a poco va mejorando, muy poco a poco.

Para completar la mala salud de la familia, ahora tengo que curar también a mi hermano. Tiene un grano infectado, un pelo que sale hacia dentro y le ha creado una infección. Le sajaron la bolsa de pus en el médico y ahora yo me ocupo de curarle cada día, porque tiene que cerrar desde dentro, no se pueden dar puntos o forzar la cicatrización para que no se genere un absceso y sea peor.

Menos mal que solo somos tres en la familia, no se si podría atender a más enfermos. Como veis, la buena salud brilla por su ausencia en esta casa.

Y por hoy, no puedo seguir… me zumba la cabeza tanto que casi no puedo oír el sonido de las teclas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se permite lenguaje ofensivo.
No se permitirán enlaces o direcciones de correo electronico.