¿¿¿Quien dijo que las cosas no podían ir peor???
Siempre es mejor callarse, porque todo puede empeorar… por
desgracia.
Llevo semanas peleando con un ordenador ya antiguo, muy
utilizado y obsoleto… He gastado un dinero que no pensaba destinar a esto renovando
elementos internos, pagando a un técnico para formatear y reinstalar lo más
imprescindible.
Y todavía queda algo por renovar, en espera de poder
disponer del dinero necesario: el dichoso disco duro fantasma, que desaparece
sin avisar cuando le viene en gana. Qué mal funcionamiento tan caprichoso el de
este disco duro mío, que funciona perfectamente pero solo durante determinadas
horas… como si mirase por mi salud evitando que pase demasiadas horas
conectada.
¡No te jode!
Y claro, ¿para que limitarnos a ese fallo? Ahora sale otro
nuevo.
Uso un kit de teclado y ratón inalámbricos con un mismo
punto de conexión USB. A pesar de estar conectados ambos dispositivos desde el
mismo concentrador USB, mi teclado deja de funcionar, pero el ratón sigue
activo y en perfecto uso.
¿A ver cómo se explica eso?
Ni siquiera el técnico lo entiende. No es falta de pilas, no
hay nada nuevo que lo cause. De repente estoy tecleando y de repente las teclas
ya no marcan. Y en esos momentos, el único teclado que funciona es un teclado
virtual en pantalla que presiono con el puntero del ratón.
¿Has probado alguna vez a escribir así?
No lo intentes, te aseguro que es súper incomodo, súper
lento y súper crispante.
A veces mi teclado regresa al reiniciar el ordenador, a
veces no regresa y toca darle tiempo para “descansar”.
¡Que ordenador el mío tan necesitado de descansos!
Pero para que no me aburra durante esas horas en las que me
veo obligada a apagar el ordenador… ahora mi móvil ha decidido rebelarse también.
No suelo usar el móvil, apenas algunas llamadas de voz,
apenas un solitario de cartas para momentos de espera o “distracción de retrete”…
Lo que realmente utilizo es el WhatsApp. Y el dichoso
WhatsApp necesita actualizaciones obligatorias cada poco tiempo. La ultima de
esas actualizaciones ha decidido que mi teléfono NO tiene suficiente memoria
interna para instalarla, dejando inutilizable el servicio durante todo el santo
día, mientras busco la manera de “limpiar” mi memoria. Sin embargo, según indica
mi teléfono tengo disponible espacio libre que debería ser bastante para el “peso”
de esta actualización. No lo entiendo.
Me vi forzada a borrar TODOS los datos de casi todos los
programas instalados, ya no tengo fotos, ni videos, ni música… y todavía falta
espacio. He desactivado casi todos los programas que me ha permitido, porque
muchos, aunque jamás los haya usado, no solo no puedo desinstalarlos sino que
se actualizan cuando y cuánto quieren usando memoria que NO tengo.
O mejor
dicho, memoria que SUPUESTAMENTE NO TENGO.
Y por fin, tras todo el día de batalla, conseguí instalar el
WhatsApp, increíblemente sin perder mis contactos o grupos (aunque no logro ver
ni una sola foto).
Ahora todos esos servicios desactivados están regresando por
su propia cuenta, sin permiso, sin necesitarlos… uno a uno se van actualizando por
si solos sin darme a elegir.
¡Como odio verme obligada a cualquier cosa!
¡Como odio tener
que verme forzada a mantener programas en mi teléfono (o mi ordenador) que ni uso ni necesito!
En España se suele decir que no hay dos sin tres… y aquí viene
la tercera.
Desde que mi ordenador falla, estoy usando mucho más la
Tablet, generalmente para leer, porque desde ahí no suelo conectarme a Facebook,
ni a Internet. Y como a mi Tablet parece haberle dado envidia el trato de “favor”
que le doy a mis otros dos aparatos ha decidido pedir mis cuidados también… quedándose
bloqueada en su pantalla de inicio sin responder en ningún sentido.
No puedo apagarla, no puedo encenderla, no puedo ver menús
ni por supuesto leer mis libros. Inocentemente pensé que podría haberse quedado
sin batería de repente, pero tras tenerla enchufada toda la tarde sigue sin
responder, sigue la misma pantalla en negro… eso sí, con un corazoncito en el
centro.
¡Que amorosa mi Tablet mientras me ignora y me cabrea!
No podría ser un momento más inoportuno para tanto fallo… víspera
de Semana santa. Y hoy ya es demasiado tarde para ponerme con ella. Ya es
demasiado tarde para averiguar la manera de intentar encenderla. La única suerte es que está en garantía, todavía no ha cumplido los dos años. Pero el servicio técnico oficial no va a poder hacer nada en tantos días festivos como vienen justo ahora.
¡Joder, que alguien me dé un martillo!
¡O tres!