He tocado fondo. Y aunque parezca lo contrario, eso es
bueno.
Porque cuando se toca fondo significa que tu nariz ha
llegado a cubrirse de agua en el pozo de la desolación… y el instinto de
respirar te lleva a impulsarte con fuerza hacia arriba, ayudado por el hecho de
que tus pies están tocando el fondo.
El pasado fin de semana tuve una visita, inesperada y muy
insistente (de otro modo quizás no le habría abierto la puerta). Una de mis
primas, preocupada por mi silencio virtual y telefónico de tantos días, se
presentó en mi casa. Sinceramente, cuando oí sonar el telefonillo del portal,
lo ignoré. Pero ella logró entrar y llegar hasta la puerta de mi casa. Tocando el
timbre y aporreándola como si hubiera un incendio. Impidiéndome esconderme y
fingir que no estaba en casa, en parte gracias a los ladridos de mi perrita, cómplice
sin querer.
No tuve más remedio que abrir.
Y mi prima entró. Entró en mi casa, en mi vida, en mi espacio. Como un huracán, como un tornado, como un soplo de aire fresco. Revolucionando mi cabeza y mi mundo con su energía y su preocupación. Me
hizo sentir culpable, viéndola tan preocupada. Me hizo sentir cobarde, por
esconderme en mi “cueva” sin ganas ni fuerzas de ver o escuchar a nadie.
Porque en mi pozo de depresión, llevaba demasiados días sin
responder al teléfono, sin entrar en Facebook excepto para jugar o buscar algo
para leer, sin entrar a grupos de wassap ni responder mails… aislada por
voluntad propia, por desgana, por dejadez.
Aprovechando la excusa (una excusa muy válida) de la ola de
frio siberiano que nos está asolando en estas fechas y que no me puedo permitir
el lujo de que el gripazo (mas bien bronquitis) que tengo se agrave todavía más
cogiendo frio he salido de casa solo para acudir a mis sesiones de hierro, mis
consultas medicas, los breves paseos para que mi perrita haga sus “cosas” y muy
poco mas.
Porque sigo sin asimilar el hierro que me están metiendo
directo a la sangre y eso me hace seguir demasiado agotada como para hacer
nada, ni físicamente ni mentalmente. Sigo escuchando ese insufrible zumbido
dentro de mi cabeza, que no me deja pensar, que no me deja concentrarme. Sigo
atrapada por un catarro que ya se ha convertido en otra bronquitis, medicándome
para intentar evitar que llegue a neumonía, como me ha pasado otros años.
Lo único que he estado haciendo estas últimas semanas es
jugar a jueguecitos que no me hacen pensar, solo click, click, click, click… un
cordero alimentado, una burbujita explotada, una palabra en el tablero… solo a
ratos, hasta que el zumbido sube de intensidad y se hacen insoportables incluso
esos juegos tan automáticos.
Lo único que he estado haciendo es leer, pero viéndome
forzada a volver atrás en el libro cuando la acción resulta incompresible
porque me he perdido algún detalle en los párrafos o capítulos anteriores.
Jamás me había pasado algo así. Jamás había tenido que releer el mismo libro
para recordar detalles del contenido. Y saber eso me creaba una enorme
frustración, dejaba el libro (tablet), apagaba la luz y trataba de dormir… cosa
no siempre fácil cuando cierras los ojos y sigues escuchando un zumbido
intermitente y creciente dentro de tu cabeza.
Mi prima me ha hecho darme cuenta de que así no puedo
continuar, que tengo que retomar mi vida, mis aficiones, mis obligaciones…
mis batallas. Me ha hecho darme cuenta de que esta negatividad que ahora me
invade solo está consiguiendo que mi recuperación sea incluso más lenta y
dificultosa. Porque si algo es necesario para mejorar la salud es tener una
actitud positiva, como la que yo siempre he tenido, incluso cuando he estado a
las puertas de la muerte… literalmente.
Mi prima me ha “sacudido” como si fuera ese mantel lleno de
migas que nadie recuerda recoger… y las migas han caído al suelo…
pacíficamente. Ella las ha barrido por mí, las ha alejado de mí y ha tirado el
mantel de mi auto-compasión al cesto de la ropa sucia, para eliminar la mierda
negativa que todavía tiene pegada.
Porque todavía sigo enferma. Todavía sigo acusando esta
intensa debilidad que no me permite hacer ni siquiera las labores de mi casa
sin agotarme, sin tener que refugiarme en mi cuarto jadeando como si hubiera
corrido los cien metros lisos y conectando la maquina del oxigeno para que mis
pulmones renueven el aire que no les llega.
He tenido mis seis sesiones intensivas de hierro, ya han
terminado. Me falta hacerme un análisis de sangre en un par de semanas para ver
si ha subido el nivel. Pero estoy segura de que no lo ha hecho. Lo noto. Lo sé.
Y saberlo me hunde, me debilita tanto como la propia anemia brutal que todavía tengo.
Sé que la única solución es tener paciencia y seguir con las
rondas de hierro en vena. Sé que en
cuanto se vea el resultado de esos análisis que me harán el día 7 de Febrero y
verifiquen que me sigue faltando hierro, la especialista en hematología me
volverá a pautar nuevas sesiones de hierro… una y otra vez… así hasta lograr
que mi sangre se refuerce.
Pero aun sabiéndolo, sigo desanimada.
No había estado tan desanimada, ni tan debilucha, desde hace
años, desde antes de operarme a corazón abierto. Y eso me da que pensar. Me asusta. Porque... si mi sangre se niega a asimilar el hierro… ¿qué toca ahora?
La preocupación es una perra, una enorme hijadeputa que te
corroe por dentro y te anula. Si a eso le sumamos mi carácter independiente, es
mala combinación.
Porque detesto tener que pedir ayuda, detesto que nadie
tenga que hacer mis labores aunque sea porque yo no puedo hacerlas por pura
salud. Detesto el desorden y no tengo fuerzas para ordenar. Detesto la
inactividad y no tengo fuerzas para hacer nada. Detesto contar penurias y sin
embargo solo tengo penurias para contar.
Mi prima me ha quitado una copia de las llaves de casa para
poder entrar incluso cuando yo tan solo deseo aislarme. Ayer ha regresado (acompañada
de otra prima) y entre ambas le han dado un repaso de limpieza y orden a mi
casa, mientras yo lloraba de impotencia y emoción, sin fuerzas, en la cama, con
el oxigeno puesto.
Y mañana sábado, espero su visita de nuevo, dispuesta a ayudarme
a organizar mi casa y a empujarme a traducir, incluso si para ello tiene que colaborar
conmigo para que pueda terminar de traducir lo que tengo a medias y comprometido
hace semanas. Mi prima habla inglés a la perfección, de hecho su marido es irlandés,
pero no suele traducir y aunque no le gusta el género romántico, se ha empeñado
en darme ese empujón para que reinicie mi “profesión” elegida y deseada.
Su ayuda desinteresada y no solicitada me ha hecho
reaccionar. Me ha hecho darme cuenta de que no estoy sola en mi batalla con la
salud. Me ha hecho darme cuenta de que tengo que remover la costra de auto-compasión y la
pereza para empezar a flotar de nuevo en este pozo, mientras recupero las
fuerzas para salir de él. No puedo dejar que el agua vuelva a absorberme y
llegarme hasta la nariz.
He tocado fondo, si, pero solo para impulsarme hacia arriba
y sacar la cabeza del agua.
Es un principio.
Ayer, mientras mi prima hacía la cena para mi familia, me senté
a escribir este texto… y lo escribí de una sola vez. Por supuesto, luego tuve
que corregirlo, porque yo no soy mecanógrafa (tecleo sin mirar la pantalla y
luego sale cada cosa que… jajajaja).
En este punto, tuve que parar… el zumbido de mi cabeza era
atronador. Se unió una punzada en mi sien izquierda, como un tornillo lavándose
en mi cerebro desde el ojo. Apenas podía pensar… pero me sentí orgullosa de
haber podido teclear todo este texto, de haber podido sacar todo esto de dentro
de mí en un solo golpe de teclado.
Y me da ánimos para intentar tomar otras cosas que también
requieren concentración y que tanto me gustan, como traducir o corregir y
editar los textos que luego os ofrezco… aunque luego tenga que batallar con la
estupenda jaqueca que me produce la actividad cerebral.
Hice una pausa… y hoy sigo.
He dejado el grupo sin dejarlo. He dejado mis labores sin
saber cuando las podría retomar.
Mis compañeras siguen entregando sus trabajos, siguen
realizando sus labores. Pero al final, todo pasa por mis manos, por mi cabeza,
y yo no he estado bien para realizar mi labor. Sigo sin estar bien.
Por eso el grupo lleva semanas sin ofrecer ninguna
traducción. Por mi culpa, solo mi culpa (o la culpa de mi mala salud, para ser
concretos).
El no poder dar una buena respuesta, el tener que confesar
que no estoy haciendo absolutamente nada… me han hecho ignorar mis mensajes,
ignorar mis cuentas de Facebook. Para no contar penas, mejor estar
desconectada. Para no dar malas noticias, mejor el silencio.
Ese ha sido mi
motivo principal.
Hoy, después de cenar y atender mis obligaciones familiares,
he decidido entrar a dar la cara. Entrar para colgar este nuevo lloriqueo en mi
“Diario”, para responder mis mensajes privados (que me consta que serán
muchos), para contactar con mis compañeras y disculparme por mi inactividad
tanto como para que dejen de preocuparse y para asegurar que vuelvo a la carga
(aunque sea a paso lento).
Siempre he sido multitarea. Siempre he 'trabajado' en varias
cosas a la vez. Al mismo tiempo que traduzco uno o dos relatos, también edito y
corrijo varios de los que entregan mis compañeras, incluso voy preparando
portadas y plantillas para la presentación final, todo eso al mismo tiempo. Y como para eso necesito
imágenes de hombres guapos, también combino esas labores con mi búsqueda y
acumulación de imágenes de todo tipo y temática, para las portadas, para
decorar el muro del grupo, para mis propios perfiles y portadas de Facebook...
Ahora me doy cuenta de que no puedo hacer eso, de que tengo
que priorizar y seleccionar lo que hago… al menos hasta que tenga fuerzas para
poder volver a ser yo misma.
Voy a retomar mi traducción, aunque aún no sé muy bien con
cual libro lo haré. Pero solo voy a dedicarme a UNA traducción.
De pasada, por
una notificación que vi sin pretenderlo, ya he sabido que mi autora favorita
saca un nuevo libro en la serie VLG (que también me encanta) y pretendo
traducirlo, aunque sea algo más lenta de lo que suelo ser.
En cuanto al resto de las cosas que siempre hacía, me voy a
limitar a una por vez. Si eso ralentiza la entrega, que así sea. Mientras esté
con un relato, no voy a hacer más que ese relato.
Es decir, solo dos labores diferentes, mi traducción elegida
y corregir o editar el relato de mis compañeras que esté más avanzado en este
momento.
Si no me da tiempo para sacar los tres formatos habituales, me limitaré
a preparar el más popular, el PDF. Más adelante podría plantearme sacar el
resto de los formatos (epub y mobi) y subirlos directamente al almacén.
Tengo demasiadas imágenes ya, por tanto evitaré esa parte de mis “ocupaciones”. De las muchas imágenes que tengo, alguna servirá como portada. Aunque no sea tan perfecta. Y si no me queda tiempo o fuerzas para 'decorar' mi grupo o mi perfil... dejaré esa labor, que es tan secundaria (por mucho que me divierta y relaje).
Con estos buenos propósitos, termino esta extensa página de mi
“Diario”.
Valoro mucho cada mensaje de apoyo que recibo, incluso los que no he
leído por mi desconexión auto-impuesta y que leeré poco a poco, aunque no tenga tiempo para responder a cada una de vosotras.
Tengo mucho que hacer, mucho que recuperar… tengo muchas
ganas de volver a ser yo misma y cumplir mis propios objetivos… pero todavía
tengo muy pocas fuerzas.
Necesito tiempo para recuperarme del todo. Sé que lo entendéis.
He tocado fondo, pero solo para impulsarme hacia arriba.
Saldré a flote. Pronto.
BESOTES