Cuando era niña, mi madre siempre decía que tengo el don de
la contradicción, que soy una rebelde… entre otras lindezas. Y reconozco que
tiene razón.
Cada vez que alguien intenta forzarme a hacer algo, sea lo
que sea, lo que realmente consigue es que yo desee hacer justo lo contrario.
Detesto sentirme obligada, atada o presionada. Jamás le hago eso a nadie, por
lo mucho que detesto que me lo hagan a mí.
Sobre todo, detesto los chantajes emocionales, las obligaciones morales,
los convencionalismos de género. Cuando parece obligatorio hacer algo solo
porque es propio de ser mujer, de lo que la sociedad machista cree que es ser
mujer… me rebelo. Y es cuando hago justo lo contrario.
Siempre me ha gustado ayudar a la gente que me rodea,
independientemente del grado de relación que tenga con ellos. Ayudo a mis
amigos tanto como a los que son simplemente conocidos casuales. Si hay algo que
puedo hacer por alguien, simplemente lo hago… sin pedir nada, sin esperar nada…
excepto mi propia paz espiritual, mi propia satisfacción personal.
Pero algunas veces, cuando la gente se acostumbra a recibir algo
de mí, parecen creer que tienen la suficiente confianza como para exigir que siga
dándoselo incluso cuando ya no puedo hacerlo, sea por el motivo que sea.
Y entonces llega el abuso de confianza.
Por definición, el abuso de confianza es la actuación de
alguien que aprovecha la confianza que se le ha otorgado para pedir más de lo
que se le ha dado voluntariamente; abuso de confianza es cuando alguien reclama
cosas a las que en realidad no tiene ningún derecho y antes recibió, incluso usando
el chantaje emocional (que es otra cosa que detesto); abuso de confianza es cuando
alguien realiza acciones irresponsables y egoístas basadas en su propio
beneficio y en la creencia de que tiene permiso para hacer cualquier cosa en
aras de una cierta amistad o relación familiar en cualquier grado.
Pero hay otro tipo de abuso de confianza que siempre me ha
parecido mucho peor. El abuso de confianza realizado por alguien que se otorga
dicha confianza sin que realmente la tenga ni la haya tenido nunca.
Como ejemplo de esto, puedo mencionar el comportamiento de
la gente ante los personajes famosos (cantantes, actores, escritores) a los que
admiran tanto que consideran que forman parte de sus propias vidas.
Es el caso de ese fan de un cantante o actor que se permite
el lujo de intervenir en su vida privada, ese fan que les molesta con su opinión
sobre sus opciones personales, ese fan que interrumpe una cena privada de su
admirado artista no solo para pedir un autógrafo sino para sentarse a la mesa y
pretender formar parte de la cena.
En mi ámbito de acción, la literatura, el ejemplo sería ese
lector que se toma la libertad de pedir a su autor favorito que escriba el
libro que a él le gustaría leer, que se toma la atribución de elegir el
personaje del que quiere conocer su historia, que presiona preguntando el plazo
de entrega de la novela que desea que se publique.
Yo soy lectora compulsiva. Leo desde que tengo 3 años. Tengo
autores favoritos y sigo muchas series. Con las redes sociales, tengo contacto
con muchas de esas autoras que me encantan para poder estar informada de cuando
sacan sus novedades y poder leerlas. Sin embargo, jamás se me ha ocurrido contactar
con ninguna de esas autoras para pedirles que escriban el libro que yo quiero,
ni para preguntarles cuando estará listo el libro que yo deseo.
Y no me interesa su vida personal, aunque manifiesto mi solidaridad
cuando alguna de esas autoras notifica algún problema de salud, comparto mi
aliento y mi cariño cuando triunfan o cuando necesitan apoyo emocional.
Lo que realmente me importa es su trabajo, por egoísta que
suene. Valoro su libertad y su intimidad sin interferir de ningún modo en ella.
Creo que si me encontrara con alguna de ellas por la calle
apenas les dedicaría una mirada curiosa, sin llegar siquiera a pedirles un autógrafo
o decirles nada. Y lo digo con toda sinceridad, porque ya me he visto en
situaciones similares.
A lo largo de mi vida he podido conocer en persona a
actores y cantantes por mi profesión laboral. Trabajé de mensajera y uno de
nuestros clientes era representante de artistas. He estado en sus casas para
enviarles documentación y paquetes. Les he visto en ropa cómoda, sin maquillar,
sin peinar. Jamás les pedí un autógrafo. No porque no les admirase, en algún caso,
sino porque considero que eso hubiera sido una intrusión en su intimidad. Lo
que admiro de esos artistas es su trabajo, eso no me da derecho a meterme en
sus vidas de ninguna manera. Y mucho menos para criticarles o para presionarles
con peticiones derivadas de mis propios deseos.
Siguiendo en mi ámbito, la literatura, dado que muchas de las
lecturas que me gustan están escritas en inglés, consigo leerlas a través de
sus traducciones realizadas por Foros y Grupos de traducción, entre los que también
tengo mis favoritos, por supuesto. Una vez más, jamás he ido a la web de ninguno
de esos grupos o Foros para pedirles que traduzcan el libro que yo deseo, ni para
presionar por el plazo de entrega del título que yo anhelo, ni para quejarme de la
calidad de la traducción que han ofrecido, ni para reclamar que me envíen el
archivo que busco.
Todas estas cosas, todos estos pequeños abusos de confianza
me están llegando ahora.
Y me estoy cansando.
Desde que estoy en esta labor de traducir, corregir y editar
textos para ofrecerlos gratis y libremente en el blog de mi actual grupo, Hot
Passion Books, he intentado siempre responder a cada mensaje que recibo, con toda
la cortesía que me gustaría recibir a mí en un caso similar. Sin embargo, cuanto más cortés
y cordial me comporto, mas abusos de confianza se me van acumulando. Tanto es así,
que despiertan mi rebeldía, y me dan ganas de responder del modo más cortante
que conozco para evitar nuevas preguntas y peticiones.
Yo soy lectora. Además de los libros que traduzco, los que
corrijo y edito para el grupo… además de esos, siempre estoy leyendo, incluso varios libros a la vez. Busco esos
libros por internet, como cualquiera. Descargo los que encuentro y los leo
agradecida sin importar el estado del archivo o de la propia traducción.
Si el archivo no abre, lo busco de nuevo, lo descargo de
nuevo, intento arreglarlo o convertirlo al formato que me hace falta… yo misma.
Si la traducción es buena, lo leo y disfruto; si la traducción es mala, lo leo
y sufro mientras lo corrijo mentalmente; si la traducción es pésima, cierro el
texto y espero a que salga una traducción mejor o lo busco en idioma original
para leerlo.
Pero jamás, JAMÁS contacto con el grupo traductor para
quejarme por la calidad del texto o del archivo, jamás pido que me envíen originales
con o sin contraseñas, jamás incordio a quienes debería agradecer su labor que
me permite leer esos libros, aunque a veces necesite molestarme en buscarlos,
retocarlos o sufrirlos, según sea el caso.
Con mi don de la contradicción, cada vez que recibo un
mensaje o un comentario con este tipo de abusos de confianza, lo único que logra
es desmotivarme, cabrearme y activar mi rebeldía. Cada vez que alguien me pregunta
cuánto voy a tardar en terminar una traducción, consigue que ese día ya no me
apetezca traducir, que ese día me lo pase haciendo otras labores en lugar de
traduciendo otro capítulo más. Cada vez que alguien me pregunta para qué fecha pensamos
publicar tal o cual libro, lo único que consigue es que mentalmente le asigne
una fecha posterior a ese libro en concreto, que retrase un poco su salida en
beneficio de otros. Cada vez que alguien se queja de cualquier detalle sobre
los libros que regalamos desde el grupo lo único que consigue es que me cabree.
Porque estoy convencida de que ninguna de esas personas que
tan alegremente me pide que mejore cualquier detalle que, en su opinión, debe
mejorarse se tomaría esa misma molestia si el libro lo leyera procedente de una
editorial establecida, ninguna de esas personas pediría a “Editorial X” que
retoque el texto de sus libros porque opina que algo está mal.
Con respecto a eso, quiero dejar claro lo siguiente:
Yo personalmente edito cada texto procurando que tenga el
resultado final lo más parecido posible a lo que saldría publicado por esa hipotética
“Editorial X” si realmente ese título fuese publicado en nuestro idioma. Me
baso en la infinidad de libros que he leído, impresos y digitales. Me baso en
mi conocimiento del idioma español y lo que dudo lo consulto en la web de la
Real Academia de la Lengua Española.
Desde niña, siempre he dominado el
lenguaje y los idiomas, la ortografía y gramática, las figuras estilísticas,
los estilos de narración, los dobles sentidos y metáforas… tengo un alto sentido de la estética y buena memoria. Tanto en mi idioma natal como en inglés. Ademas, siempre he sido muy meticulosa, usando Internet para consultar dudas, aclarar conceptos y normas, buscar información. Si las circunstancias hubieran sido diferentes, este sería el trabajo que habría
elegido: traducir, corregir o editar libros.
El mejor ejemplo que puedo dar es el acuerdo que Hot Passion
Books logró con la autora Nicole Colville. Cuando le ofrecimos nuestra traducción
de su libro “Noches para Recordar”, la autora nos indicó que antes de publicarlo
iba a pedir asesoramiento profesional, que iba a hacer que revisaran el texto
para valorarlo antes de publicarlo. Apenas unos días después, el libro salió
publicado sin cambiar ni una sola coma… tal cual yo se lo había enviado, traducido
por Miroslava, corregido por Natyy y editado por mí misma. Con una calidad tan
puramente editorial que lo dejó perfectamente apto para su publicación internacional.
Los siguientes tomos de ésta serie han ido saliendo publicados sin necesitar supervisión,
tal cual los enviamos. Si eso no es una muestra de nuestra profesionalidad... ¡apaga
y vámonos!
Volviendo al tema de las peticiones abusivas.
Estoy cansada de avisar en el Blog y en la pagina del grupo
que los libros que traducimos saldrán lo antes que nos sea posible.
Porque
tenemos VIDA, porque traducimos por hobby. Porque nadie puede venir y decirnos
lo que hacer, cuando hacerlo y cómo hacerlo.
No voy a consentir eso.
Antes prefiero dejar de responder a peticiones y comentarios
por completo, antes prefiero dejar de ser tan amable y comunicativa como hasta
ahora.
Cuando inicié la creación del grupo Hot Passion Books, mi
principal objetivo era que fuese un grupo libre, solo unas cuantas amigas que
tienen tiempo libre y desean dedicar ese tiempo a traducir libros, cada una
aportando la labor para la que esté capacitada (traducir, corregir, editar…)
sin establecer plazos de ningún tipo, sin presiones, sin obligaciones. Porque
cuando haces algo por presiones ya no lo disfrutas, Y si no lo disfrutas, pierde
su cualidad de hobby convirtiéndose en una molesta obligación.
No quiero eso para mí y no lo quiero para mis compañeras. Este
es un grupo que nos pertenece a todas, aunque yo sea la cabeza más visible. Quiero
un grupo libre. porque yo soy libre y mis compañeras también tienen derecho a
serlo. Porque si no fuera un grupo libre, yo no podría estar dentro. Nunca soportaría
someterme a plazos de entrega ni otras obligaciones más allá de las que yo
misma me imponga. Y lo que no quiero para mí, no puedo pedírselo a nadie… nunca
haría eso.
Por último… no lo voy a repetir más:
Cada libro requiere su propio tiempo y será entregado cuando
lo tengamos listo, ni un minuto antes.
No enviamos archivos a nadie, ni corregimos formatos para
cada caso personal, ni confiamos la contraseña de protección contra edición a
nadie.
A partir de hoy, NO voy a responder a mensajes que contengan
este tipo de peticiones. Si tengo tiempo, borraré ese tipo de mensajes, si no
tengo tiempo los ignoraré. Y si persiste esta actitud, cerraré todo acceso a
comentarios para evitar cabrearme cada vez que leo este tipo de cosas.
Que quede clara una cosa, para que nadie se sorprenda.
Cuanto más se intente presionar más se va a conseguir el
efecto contrario. Cuanto más se pida la entrega de un libro, mas se retrasará.
Tanto abuso de confianza acaba cansando a cualquiera.
Y yo ya
me cansé.