El sábado 14 de mayo, se cumplían 3 años desde que me tuvieron que realizar una peligrosa intervención quirúrgica.
Antes de eso, mi esperanza de vida era de dos años, como máximo, debido a una dolencia cardio-pulmonar incurable y muy grave provocada por la existencia de trombos en mis dos arterias pulmonares y en mi propio corazón.
Mi única opción era esta operación de nombre casi impronunciable (tromboendarterectomía), una operación tan especializada que solo la realiza un cirujano en toda España, por suerte está aquí en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid.
En esa operación, tuvieron que provocarme paradas cardio-respiratorias de 15 minutos, mientras los cirujanos realizaban su tarea extrayendo esos trombos, y revivirme durante otros 10 minutos... repitiendo este proceso durante más de 9 horas.
Como soy una persona curiosa y sociable, logré enterarme de que la última intervención como esta que se había realizado tuvo un final muy triste, quedando el paciente en estado de coma profundo irreversible.
Por ello, antes de entrar al quirófano les pedí a todos mis médicos que si algo iba mal en esa operación me dejaran morir, que no me permitieran quedarme anclada a una cama muerta para el mundo y viva en mi interior.
Mi extraordinaria capacidad de recuperación dejó maravillados a mis cirujanos que, aun confiando en sus capacidades, no esperaban una respuesta tan buena. Ese día triunfé, mis cirujanos triunfaron... y ahora mi esperanza de vida se ha incrementado considerablemente... teniendo en cuenta que soy una luchadora, será incluso mucho más de lo que los médicos esperan.
Como le dije a mi cirujano, él ha sido el único hombre que ha tenido mi corazón en sus manos, literalmente, y me lo ha devuelto en mejor estado.
El día 14 de Mayo lo celebro como mi cumpleaños especial, porque ese día realmente morí y volví a nacer, repetidas veces. Y como regalo de mi cumpleaños especial, acudí a un concierto donde pude disfrutar de la actuación de Leo Jiménez y los Mojinos Escozíos, organizado por una concentración Motera (otra de mis grandes pasiones).
Armada con mi maquina de oxigeno portátil cargada a tope y mi ilusión desbordándome el pecho, llegué a Arroyomolinos para presenciar este concierto.
Se juntaron en un mismo día muchas cosas que amo: las motos, el rock y el buen humor. Las motos por ser una concentración motera, el rock por ambas actuaciones (en especial la del grupo de Leo Jiménez), el buen humor por el concierto de Mojinos Escozíos.
Sin embargo, lo mejor vino después de las actuaciones.
Por la relación de mi hermano con Leo, tras haber sido su conductor en la gira de firma de discos, pude acceder a la zona VIP, a los camerinos.
Estuve visitando a Leo Jiménez y su grupo (mientras se cambiaban). Charlando y bromeando con todos ellos, tomándome fotos con el grupo y con el propio Leo y... besos, muchos besos.
También pude pasar un rato con los componentes de Mojinos, divertidos como ellos solos, Miguel Ángel "Sevilla", el Puto y el Chicho para mi álbum de fotos. Los demás para mis recuerdos. Y mi colección de besos... muchos mas besos.
No importa el demoledor cansancio, el dolor de pies y de espalda por tantas horas de pie y bailando, las punzadas en las costillas de tanto reír, la garganta en carne viva de tanto cantar y gritar, las manos doloridas de aplaudir... no me importa ninguna de esas cosas, porque la felicidad que he vivido durante toda esa noche va durar muchísimo tiempo animando mi corazón.
Ese mismo corazón que volvió a latir hace tres años.