jueves, 4 de agosto de 2016

Una vida de libros

Siempre he sido partidaria de leer libros en papel.
Si el dineral que me he gastado en comprar libros durante toda mi vida lo hubiera guardado en una hucha, hoy sería millonaria, eso seguro.

Siempre ha sido un vicio para mí el comprar libros. Cuando mis amigas “sisaban” dinero a sus madres para comprar chuches, yo me compraba libros, incluso siendo niña valoraba mas los libros que cualquier otra cosa. El regalo ideal para mí era un libro. Los devoraba todos. Siempre he tenido una capacidad de lectura muy rápida, comprendiendo y memorizando el contenido. Muchos de mis libros los he leído dos y tres veces, solo por el placer de leer, aun recordando el final y la trama.

He cambiado de vivienda tres veces, las tres he tenido que dejar libros en el camino por cuestión de espacio. En mi primera casa, donde pasé mi infancia, las paredes estaban plagadas de estantes llenos de libros… que no cabían en mi segunda casa.

Y decidí desprenderme de los de temática más infantil. Fue la primera vez que decidí menguar mi biblioteca. Una amiga fue la beneficiaria. A ella, y sus tres hermanas pequeñas, les regalé varias cajas de libros infantiles y novelitas rosas. Y como una tonta, me pasé días llorando la perdida.
Llené de estantes la segunda casa en la que viví, quedando espacio para nuevas adquisiciones dado que había regalado un buen montón. Y seguí comprando libros. Pronto ya no me quedaba espacio para poner tanto libro.

Para entonces, nacieron los libros electrónicos, en pdf primero y después en epub y otros formatos. Cuando llegó Internet aprendí donde buscar los títulos que me gustaban, las series que me apetecía leer, para luego comprarlos en librerías de toda la ciudad. Para mi desdicha, muchas de esas series, autoras o libros no estaban disponibles en mi país, ya fuera porque no habían salido a la venta o porque estaban descatalogados.

Leer en el ordenador no tiene magia, no me atraía, pero era la opción para poder disfrutar de esos libros que de otro modo no hubiera podido leer. Y al final, acabé comprando una Tablet para poder leer esos libros que no encontraba en librerías.

El libro electrónico no ocupa lugar.  Te permite tener miles de libros en un espacio insignificante. Internet te permite encontrar todos esos libros, la mayoría de ellos gratuitos. Y como los encuentras, los guardas. Guardas tantos libros que no podrías leerlos todos ni en 7 vidas dedicadas en exclusiva a leer… y yo leo muy rápido.

He comprado en papel muchos libros que ya había leído en mi ordenador, porque me gusta sostenerlos, me gusta su peso, su tacto, su olor… pero mi economía también ha menguado y ya no me permite tanto gasto.

Mi tercera casa tenía estanterías justo al nivel del techo por casi toda la pared. No había rincón sin libros (o brujas, ya que las colecciono). Cuando me quedé sin sitio en aquellos estantes hice de nuevo una criba entre mis tesoritos para donarlos a la biblioteca local del pueblo donde vivía. Y me arrepentí.

Reuní en seis cajas una selección de libros que ya había leído mil veces, que no iba a volver a leer, incluso que no me habían gustado… y los cargué en el coche hasta la biblioteca municipal recién abierta, cuyos estantes estaban patéticamente casi vacios. La muy gilipollas de la empleada de esa biblioteca tuvo la osadía de decirme que preferían donaciones de libros nuevos, de reciente publicación, porque los libros más antiguos ya no los leía nadie.

Más bien creo que le daba pereza tener que hacer la ficha de cada uno de esos libros (seis cajas grandes bien llenas). De todos modos, ayudé a esa incompetente a llevar las cajas al almacén quedando de acuerdo con ella en que volvería pasados unos días para recuperar los que rechazaran, que hiciera ella la selección de los que quería añadir a las vacías estanterías de la biblioteca… por supuesto, nunca volví.

La vida sigue cambiando y yo cambié de casa otra vez mas… esta vez a un pisito muchísimo más canijo donde no me cabían los libros a no ser que durmiera sobre ellos. Por eso, después de meterlos en cajas con la sana idea de llevarlos a mi piso y buscar el modo de colocar los que pudiera, dejando el resto en cajas en el trastero si era necesario… al final,  decidí donarlos.

En Internet, localicé una ONG que lleva libros a niños necesitados. Tan fiables que incluso publican sus cuentas en su web, para que nadie crea que se lucran con la venta de los libros que reciben, lo que era uno de mis “miedos”. Porque una cosa es donar mis libros para que los puedan disfrutar otros lectores o ayudar a los necesitados y otra cosa es regalárselos a quien piensa venderlos para lucrarse personalmente con ello. Eso sí que no me hubiera gustado.

Además, tienen una tienda en mi ciudad donde venden los libros que no pueden enviar directamente a escuelas, por ejemplo. No marcan precio, se espera que el comprador pague lo que realmente pueda permitirse pagar. De ese modo, consiguen ingresos que usan para ayudar a esos niños necesitados y al mismo tiempo ayudan a que los lectores accedan a libros pagando lo que pueden por ellos.

Me pareció una iniciativa maravillosa y cargué todas las cajas en mi coche… un Scenic al que quitando los asientos le queda una capacidad de carga como la de una furgoneta… y lo llené hasta el techo de cajas, incluso en el asiento del copiloto. Aparqué en la puerta de su local y les dije que si ellos sacaban las cajas (porque mi espalda lesionada no me permite hacer esfuerzos) se las regalaba todas… 30 grandes cajas llenas de libros muy bien cuidados.

Solo ver su cara sorprendida, felizmente sorprendida, ya me hizo alegrarme de elegirles para donarles mis libros. Su satisfacción al hacer sitio en su abarrotada tienda para mis tesoros fue gratificante. cuando firmé el registro de donación, pude dar un vistazo a mis predecesores… solo ponen el nombre y número de cajas, pero ninguno de ellos había donado más de dos o tres cajas mientras yo llevaba 30. Y me sentí “ganadora” en ese particular concurso de benefactores. Me sentí orgullosa de mi acción.

De hecho, imagino que mis libros se venderán en esa tienda, porque la mayoría no son muy adecuados para la infancia por su temática. Tengo (o debería decir, tenía) muchos libros de fantasía, dragones y hechiceros, princesas y mazmorras, también muchos de terror, intriga y acción. Pero la mayor parte eran de tema romántico eróticas. Y se venderán muy bien porque estaban perfectamente cuidados, prácticamente nuevos, de buenas encuadernaciones.

Espero que hayan servido para que otras lectoras los disfruten y hayan ayudado a niños de zonas más necesitadas. Yo ya los había leído todos, incluso varias veces cada uno. Y si quiero leerlos de nuevo, tengo Internet para buscarlos.

Esta es la historia de una vida llena de libros… una historia que continua, porque aunque ahora no compre libros en papel, sigo añadiendo libros a mi tablet y mi ordenador… imposible vivir lo bastante como para leerlos todos.

Sin embargo… ¡¡¡quiero más libros!!!


Y para terminar, si quieres comprar libros a precio muy asequible y estás en Madrid o Barcelona… pasa por la web y mira donde están sus tiendas… quizás acabes comprando alguno de “mis” libros.

Encontré también esta página, que parece de confianza, con delegaciones por toda España (consulta en su web) y que dispone de venta online de libros a precios muy asequibles procedentes de donaciones y cuyo importe también se usa para favorecer a los necesitados en diversas actuaciones por el mundo.